Durante diez años, Amanda Bynes lo fue todo. Protagonizó su propio show de variedades a los trece años, actuó en su primera película a los quince ('Gordo mentiroso', con Frankie Muniz) y, de pronto, en 2010 desapareció del mundo tras co-protagonizar 'Rumores y mentiras', con su carrera en todo lo alto. Hoy ha vuelto a salir en los titulares de medio mundo como el último gran juguete roto de una industria despiadada.
La decadencia de una estrella
En 2010, teniendo que tratar varios asuntos privados de su vida (principalmente, tratando de controlar el abuso de sustancias), Bynes decidió tomarse un tiempo fuera de la actuación... que se han convertido en trece años. Aunque se suponía que este mes tendría que haberse encontrado en la 90's Con con sus compañeros de 'All That', el programa de sketches en el que participó desde 1996, lo cierto es que no hizo acto de presencia.
La actriz apareció este fin de semana totalmente desnuda y desorientada por las calles de Los Angeles. Por suerte, su brote psicótico fue tratado a tiempo y se encuentra ahora ingresada de urgencia en un psiquiátrico, donde están investigando si puede suponer un peligro para sí misma y para los demás. Bynes fue diagnosticada hace una década con trastorno bipolar y esquizofrenia, impidiendo que pueda trabajar de manera normal.
De hecho, en 2015 llegó a acusar en Twitter a su padre de violarla, solo para retractarse después y añadir "El microchip en mi cerebro me hizo decir esas cosas, pero él fue el que les ordenó ponérmelo".
En 2022 se consideró que había mejorado mucho y ya no era necesario que sus padres la tutelaran: en estos años, Bynes se graduó en el Instituto de Diseño y Merchandising de Moda de Irvine (California) y parecía haber encarrilado su vida. Sin embargo, no parece que vayamos a ver pronto a la protagonista de 'Hairspray'.
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