El teniente James Gordon en Batman begins y Sirius Black en Harry Potter y el caliz de fuego son los dos personajes que este año Gary Oldman va a tener en la cartelera de medio mundo. Además, en el segundo caso, repite. Y ,posiblemente, en el primer caso también lo hará.
Este londinense de cuarenta y siete años ha interpretado ya unas cuarenta películas, e incluso se ha lanzado a dirigir una en 1997 Nil by mouth. En casi todas ellas tenemos un punto en común: no pasa desapercibido. Su capacidad de transformarse en sus personajes es visto en algunos casos como un exceso de histrionismo interpretativo. Quizá este extremo le ha relegado últimamente a papeles secundarios de gran carga emotiva. Desde su aparición para la gran pantalla en 1986 con "Sid and Nancy" le hemos podido ver como el abogado sumergido entre la duda de defender a un asesino a sabiendas que lo es o negarse a ello en "Ley criminal" junto a Kevin Bacon; también del cabeza de turco más famoso de la historia moderna, Lee Harvey Oswald en "JFK"; de Drácula coppoliano, inolvidable; de asesino sin escrúpulos en "Leon" junto a Jean Reno; de Beethoven en "Amor inmortal" (todavía le veo con la oreja encima del piano); del alcalde de Alcatraz Milton Glenn en la descarnada "Homicidio en primer grado"; de reverendo en "La letra escarlata" (con nominación razzie incluida); de terrorista ruso en "Air Force One"; en "El quinto elemento" junto a Bruce Willis; del deformado Mason Verger en "Hannibal" (casi irreconocible); de político en "The contender";...
Pelucas, postizos, bigotes, barbas, maquillajes,..., de todo para acomodarse a su personaje. Lo último, ese hombre lobo llamado Sirius Black y que trae a Harry Potter preocupado últimamente. Además de mostrarnos cómo un comisario de policía debe pasar antes por peldaños inferiores en el escalafón, aunque sea en Gotham City. Así el papel que interpretaba Pat Hingle como comisario Gordon lo vemos aquí como teniente cuando Bruce Wayne empezó a transformarse en murciélago.