Casi un cuarto de siglo después de que 'Gladiator' enamorase a medio mundo, rascase cinco Oscars y se ganase una legión de fans —algunos más tóxicos que otros—, Ridley Scott nos ha vuelto a llevar de viaje a la antigua Roma con una secuela más espectacular, con una escala aún más grande y con algunos de los momentos más desmadrados que vamos a ver este año en una sala de cine.
Después de lo ocurrido en 'Napoleón', era de esperar que las inconsistencias históricas estuviesen a la orden del día —después de todo, no estamos viendo un documental—; de hecho, ya han salido unos cuantos expertos llevándose las manos a la cabeza con el tema de los tiburones y los rinocerontes repartiendo estopa en el Coliseo.
El beso de la muerte
Pero una de las cosas que nos hubiese gustado ver en 'Gladiator II', además de los espadazos, la sangre y la arena de rigor, es un vistazo a la homosexualidad de la época. Y ojo, antes de que bajes a los comentarios, quédate a leer un poquito más, porque el guión del largometraje no sólo menciona que Macrino, el personaje interpretado por Denzel Washington, mantuvo relaciones con otros hombres; también llegó a rodarse una escena que lo evidenciaba —sin pasarse—.
Durante una entervista con Gayety, Washington contestó a la pregunta "¿Cómo de gay era el Imperio Romano?" desvelando que hubo un beso entre hombres que terminó siendo eliminado del montaje final —qué chorprecha—. Seguramente no querían darle un disgusto al tuitero promedio con avatar del General Máximo y un "fuerza y honor" en la bio.
"De hecho besé a un hombre en la película, pero lo quitaron, lo cortaron. Creo que se acobardaron. Besé a un tío directamente en los labios, pero supongo que no estaban preparados para eso todavía. Lo maté unos cinco minutos después. Es Gladiator. Es el beso de la muerte".
Con beso o sin beso, 'Gladiator II', pese a ser un "sí pero no" como un Coliseo de grande y estar plagada de altibajos, es un entretenimiento digno de la gran pantalla en el que Washington destaca sobre todo lo demás. Sólo por verle tan libre y desatado y escucharle decir un "It's politics-ah!" que, tarde o temprano, terminará convertido en meme, ya merece la pena el viaje al cine.
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