Morgan Freeman ya es toda una institución en Hollywood y uno de esos pocos actores que tienen el honor de caer bien a todo el mundo. Tener a Morgan Freeman en tu película ya le da un sello de calidad muy especial, y a todos nos gusta tener la oportunidad de verle brillar en la pantalla.
Ahora bien, según el propio actor las cosas han cambiado mucho a lo largo de su carrera. E, irónicamente, cuanto más famoso te haces, peor está el panorama si lo que quieres es interpretar a personajes muy diferentes.
Ya eres tu mismo en todo
Freeman ha hecho de todo: presidente de los Estados Unidos, el inolvidable Red de 'Cadena perpetua', el guerrero musulmán de 'Robin Hood, príncipe de los ladrones', Lucius Fox en la trilogía de 'Batman' de Christopher Nolan, un impecable Nelson Mandela en 'Invictus'... Y si, incluso ha sido Dios, como bien descubrió Jim Carrey en su momento.
El actor cuenta con más de seis décadas de carrera, aunque el éxito y reconocimiento le empezaron a llegar ya pasados los cincuenta años. Y, a pesar de los personajes tan variados a los que ha interpretado en este tiempo, ha aceptado que si ahora recibe una oferta es para hacer de "sí mismo".
"Cuando comenzó mi carrera en el cine quería ser un camaleón. Recuerdo a [Robert] De Niro al principio, haciendo papeles muy diferentes, casi irreconocible como el mismo actor. Yo tuve oportunidades así... Pero según maduras en este negocio, te conviertes en una estrella", dijo el actor. "Entonces, estás bastante jodido para referirte a ti mismo como un actor de personajes".
"Haces el mismo tipo de rol muy a menudo. La gente te contrata y dice "te quiero a ti", y vives con eso", continuó Freeman. "No creo que haya hecho mucho en los últimos diez años que sea muy diferente. 'Paseando a Miss Daisy' y 'Tiempos de Gloria' fueron diferentes".
Según el actor, el momento de dar vida a personajes muy diferentes entre sí, como en 'El reportero de la calle 42' o 'Sin perdón', ya ha pasado. Ahora es Morgan Freeman y el personaje se adapta a él en lugar de al revés, así que puede permitirse elegir los proyectos que más le interesen. Aunque solo sea por dinero y "para pagar el alquiler", como él mismo reconoce.
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