45 años después de su muerte, la imagen icónica de Bruce Lee sigue siendo la representación definitiva del cine de artes marciales, y su escasísima filmografía, la gran responsable de que "everybody was kung fu fighting" en los setenta y los ochenta.
Su temprana desaparición en extrañas circunstancias lo convirtieron en un mito al estilo Elvis o Marilyn y con un arrollador éxito internacional -'Operación Dragón'- estrenado unas semanas después de su muerte, solo podemos conjeturar a dónde podría haber llegado su popularidad.
Más allá de su fama (que generó una buena cantidad de películas pertenecientes al fascinante fenómeno de "los clones de Bruce Lee"), no tenemos más remedio que preguntarnos si las películas de Bruce Lee están a la altura del mito, o al final la cosa ha quedado para merchandising de gimnasios y poco más. La respuesta es que por supuesto que sí, y hay buenas razones para ello.
La principal es el peculiarísimo estilo de lucha de Lee, muy distinto del que acostumbraba a verse en las películas clásicas del género, más rígido y coreografiado. Lo analizamos a fondo en la nueva entrega de 'Todo es mentira en el cine y la televisión', en una entrega que viene cargada de nunchakos y bofetadas, y en la que recorremos el camino de la sabiduría que nos señaló el Pequeño Dragón en cuatro películas y media.
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