Quien haya indagado, aunque sea superficialmente, en su metodología, sabrá que David Fincher es uno de los realizadores más peculiares, obsesivos —y, para algunos de sus compañeros de set, puede que enervantes— en activo; y es que al de Denver no le tiembla el pulso si tiene que repetir un plano decenas de veces para clavar el movimiento de cámara, la colocación de algún elemento en el encuadre o, incluso, algún reflejo proyectándose en el lugar adecuado.
Tú a Boston y yo... a Nueva York
No es novedad que el bueno de David puede llegar a alargar la fotografía principal de sus producciones más de lo recomendable, pero en el rodaje de la extraordinaria 'Perdida', el cineasta encontró la horma de su zapato. Una con nombre y apellidos: Benjamin Géza Affleck-Boldt —Ben Affleck para los amigos—.
En una de las escenas de la película, Nick Dunne, el personaje interpretado por Affleck, intenta pasar desapercibido en un aeropuerto neoyorquino, por lo que a Fincher le pareció una buena idea incorporar una gorra de los New York Yankees a su vestimenta. Pero el actor, cuyo corazón pertenece a la ciudad de Boston y a los Red Sox, se negó en rotundo a perpetrar semejante traición.
Así lo contó en una entrevista en The New York Times:
"Dije, 'David, te quiero, haría cualquier cosa por ti. Pero no voy a ponerme una gorra de los Yankees. No puedo. No puedo ponérmela porque va a explotar, David, y no acabará nunca. No puedo hacerlo'. Y no pude ponérmela en la cabeza".
La postura de Affleck implicó una paralización del rodaje que se extendió durante cuatro días. En la pista de audiocomentarios de 'Perdida', el propio David Fincher hace alusión al conflicto.
"De verdad quería que fuese una gorra de los Yankees, pero [inspira con fuerza] siendo de Boston y no siendo demasiado profesional como actor, Ben se negó a ponerse una gorra de los Yankees. No acabamos a golpes, pero tuvimos que paralizar la producción durante cuatro días".
Finalmente, actor y director llegaron a un acuerdo que desengrasó la pugna y permitió continuar con la filmación: cambiar la gorra de los Yankees por una de los Mets —también neoyorquinos—. Vamos, como si Affleck hubiese sido del Real Madrid y hubiese aceptado ponerse una gorra del Espanyol en lugar de una del Barcelona.
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