‘Alfredo El Grande. Vida de un cómico’ es el título de la biografía de Marcos Ordóñez sobre el intérprete navarro, que autor y actor presentaron ayer en la Academia del Cine junto con el director José Luis Garci y el crítico Oti Rodríguez Marchante.
La polémica ha surgido porque en el libro, el autobiografiado se despacha sin pudor con respecto a sus compañeros de trabajo, productores y directores. Pero lejos de retractarse, Landa afirma que ha “leído el libro y he pensado que lo he escrito yo. Porque se ha metido tanto, tanto en mi alma…”.
Entre las lindezas… o landezas, encontramos insinuaciones de invitaciones a camas redondas del productor Alfredo Matas y la actriz Amparo Soler Leal; duros comentarios sobre Tony Leblanc, Gracita Morales, Josele Román o José Luis López Vázquez –al que llama El Morito por cómo robaba los papeles—; acusaciones de trapicheos del premio de interpretación de Cannes que compartió con Paco Rabal por ‘Los santos inocentes’...
Landa sólo pidió perdón por la mala trascripción de sus comentarios sobre Fernando Fernán-Gómez. “Emma Cohen me llamó y me puso a parir. Y hoy pido el favor que conste que nunca he llamado maltratador a Fernando”.
Ya nos había comentado Teresa que Alfredo Landa no se corta un pelo cuando declaró tras la promoción de ‘Luz de domingo’: “Antes loco que recibir el Goya de manos de Garci”. Sin embargo, anoche se reconcilió con el director y dijo entre risas: “gracias al libro he recuperado el cariño de éste –señalando a José Luis Garci—. Es el mejor talento cinematográfico de este país. A este jodido lo he querido con locura, y lo sigo queriendo”.
El oscarizado director comentó: “No he leído el libro, pero hay dos cosas de Alfredo que seguro estarán ahí. Una es absolutamente verdad. Hace los mejores martinis porque los crea con giros del alma. Otra es absolutamente falsa. No juega bien al mus”.
Podríamos quedarnos con el punto positivo de su reconciliación con Garci, pero llama más la atención esas palabras tan agrias que Landa dirige a todos sus compañeros de profesión. Parece mentira que una persona que ha disfrutado siempre del éxito y del cariño del público, cuyo apellido dio nombre a una especie de subgénero, el “landismo”; que se ha retirado porque ha querido y no porque le faltase trabajo y que ha estado rodeado de talentos muy superiores al suyo no pueda albergar nada más que odio.
O bien se trata de eso o bien estamos ante un movimiento de puro cotilleo y Ordóñez se ha dedicado a contar anécdotas embarazosas para asegurarse las ventas del libro. En cualquiera de los dos casos, me parece una pena que se acabe así una carrera profesional y que lo mejor que tenga alguien tan célebre para contar en su biografía sean rumores sobre los demás.
Fuente | El País.
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