Fue el más grande. En el sentido literal de la palabra y también en el figurado. John Candy protagonizó una serie de títulos, algunos mejores que otros, que siempre serán recordados por el infinito carisma de aquel gigantón canadiense que tantas risas, y también alguna lágrima, nos arrancó.
Candy, el camaleón
El rubio de oro arrancó su popularidad en Second City, como tantos otros ilustres cómicos canadienses destinados a la gloria de Hollywood.
Aunque ya se había dejado ver en '1941' o 'Granujas a todo ritmo', sería con su Ox de 'El pelotón chiflado' cuando empezamos a quedarnos con la cara de ese tipo tan simpático. Más tarde pasaría a ser pareja de Tom Hanks en un par de títulos que en realidad poco importan ya, como 'Un, dos, tres... Splash' y 'Voluntarios', al servicio de una comicidad gordoflaquera que nunca se esforzó demasiado en querer ser algo así. Maldita sofisticación mal entendida.
Antes de todo eso, mucho antes, Candy había demostrado ser un auténtico todoterreno de la comedia, dejando perlas tan poco vistas como su alucinante intervención en la muy breve 'The Billy Crystal Comedy Hour' como el mismísimo Orson Welles.
A partir de mediados de los ochenta comenzaría el festival Candy, un circo de excesos y diversiones de lo más variado donde se codeaban la mediocridad y el conformismo (siempre divertido, eso sí) de títulos como 'Armados y peligrosos' o 'Dos cuñados desenfrenados' con auténticas obras maestras del nivel de 'Mejor solo que mal acompañado', '¿Quién es Harry Crumb?' o su alucinante Vómito de 'La loca historia de las galaxias'.
Candy era un valor seguro y también una garantía de calidad como secundario, donde se dejó ver en 'Solo en casa' en un papel que años más tarde ha provocado un sinfín de teorías locas que interpretan su personaje como el mismísimo Satanás.
Su capacidad interpretativa siempre estuvo fuera de toda duda, así lo atestiguan su estupenda intervención en la obra maestra de Oliver Stone 'JFK: Caso abierto' o el terrible momento de su partida. Con apenas 43 años y en buen momento, Candy se encontraba inmerso en conversaciones para interpretar a Ignatius J. Reilly en la adaptación cinematográfica de la ganadora del Premio Pulitzer de John Kennedy Toole ‘La conjura de los necios’, así como a Roscoe "Fatty" Arbuckle en un biopic sobre la vida del cómico del cine mudo.
Ambos proyectos siguen "malditos" después de que tanto Candy como antes John Belushi o Chris Farley poco después falleciesen antes de poder realizar ninguna de esas películas.
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