En toda sociedad hay distintos grados de estupidez, los hay tontos y los hay memos, y de estos últimos, los hay adorables y sublimes. Y ese es Chad, el personaje que interpreta Brad Pitt en la nueva película de los Coen, un monitor de fitness que se gana al espectador en cuanto se pone a bailar, de manera hortera, con la música de su ipod. Como dirían en los foros, está para que le den el oscar.
Y es curioso, que siendo Brad Pitt el menos dotado, en cuanto a talento para actuar, de todos los actores que forman parte del reparto de 'Quemar después de leer', sea él quien se lleva la palma. Lo hace por los detallles, por la forma de ver la vida que le impregna a su personaje, porque de entre todos los personajes de la película, él es en verdad el único que es tonto y lo aprovecha, el actor, por eso no es raro que termine como termina, el personaje. Alguien a quien se le nubla la vista cuando ve la oportunidad de ganar dinero fácil, su inocencia y simpleza no es capaz de ver los problemas que se va a encontrar, y para los que no está preparado.
Esto me hace pensar en los papeles que les ofrecen a los actores sus agentes para ser protagonistas principales, en comparación a cuando es el actor en primera persona quien escoge, sin que sus agentes tengan nada que ver. Tengo a Brad Pitt por una persona lista, que incluso ha elegido ya un camino a espaldas de los estudios, y que sólo entra por el aro, como el resto de los actores famosos, cuando tiene que recoger dinero para sus proyectos privados, como George Clooney. La película de los Coen le ofrecía un rodaje divertido, y una evasión, pero él lo convirtió en un reto, comiéndose en escena a Frances McDormand y a John Malkovich, y sólo por los detalles que añadió al alegre memo que interpreta.
Es entendible que después de un rodaje intenso y exigente como 'No es país para viejos', los Coen hayan decidido rodar una de sus comedias particulares de abundante humor negro, sin grandes ambiciones, y menos de un año después del éxito de su anterior film. Y ahí está quizás el fallo, en no haberle dado un descanso al guión (aunque es cierto que escriben a cuatro manos y mientras ruedan suelen estar metidos en la escritura de su siguiente proyecto). La película entretiene, lo cual es mucho, pero no llena, porque falta algo en una historia demasiado enredada y con muchos giros. Parece una vuelta a sus inicios, con el peso de la madurez en la manera de ver las cosas. Y mientras eso antes se agradecía, ahora se vuelve exigencia, y se les pide más.
'Ladykillers' fue un traspiés, sin ser una mala película, y es donde podemos situar a 'Quemar después de leer'. Lo cierto es que la taquilla manda, y por ahora este 'Quemar después de leer' se está convirtiendo en su mayor éxito de recaudación, cuestión del tirón de los Oscars, cuestión de gustos del público, que para los tiempos que corren prefieren ver algo que les haga reírse de los malos momentos y que les retraten de manera cómica, sin que les obligue mucho a pensar. No aguanta la comparación de sus grandes películas, pero es ver bailar a Chad, y reducir el nivel de exigencia. Los memos pueden llegar a ser sublimes.
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