'La carrera de la muerte del año 2000' es una de las películas más demencialmente malas que se han hecho. Protagonizada por un primerizo Sylvester Stallone y un David Carradine que terminaba ese mismo año (1975) la famosa serie de televisión 'Kung Fu' con la que consiguió ser una celebridad en todo el mundo. Se trata de una producción de Roger Corman, ese genio que demostró un buen número de veces que el presupuesto no era un impedimento para realizar una gran película (toda su serie de films basados en las obras de Edgar Allan Poe lo demuestran con creces). El famoso director se las ingeniaba para filmar tres películas con el dinero que le daban para una, y aunque las malas lenguas aseguran que era un tirano en sus rodajes y un auténtico explotador, lo cierto es que no se pueden negar los impecables resultados de buena parte de su obra.
Obra en la que destacó sobre todo como director, pero también tuvo mucho que decir, y aún lo tiene, como productor. Casi 400 películas, que se dice pronto, tienen su firma en ese campo, la mayoría subproductos que se vieron restringidos a una distribución limitada. Corman fue, y siempre será, el rey de la serie B, y si le echáis un vistazo a su filmografía, os podéis quedar completamente atónitos. 'La carrera de la muerte del año 2000' es curiosamente una de sus producciones más emblemáticas. Recayó la dirección de la misma en un tipo llamado Paul Bartel, quien consiguió cierta fama por esta película, y también al año siguiente, y repitiendo con Carradine, 'Cannonball', de la que Burt Reynolds protagonizó una especie de parodia que es mejor olvidar, y que inexplicablemente tuvo muchísimo más éxito.
El argumento de 'La carrera de la muerte del año 2000' es absolutamente delirante, y aún hoy, más de 30 años después, continúa siéndolo. En el film se narra como después del gran crack de 1979, los Estados Unidos de América han pasado a llamarse Provincias Unidas de América, y en ellas tiene lugar cada año una carrera transcontinental en la que todo está permitido para los participantes, incluso atropellar a peatones, lo cual hace sumar puntos al posible ganador. Dicha carrera se ha convertido en el acontecimiento televisivo del siglo, con unas cuotas de audiencia deslumbrantes. Alguien planea atentar contra dicha carrera, haciéndolo sobre todo contra su mejor corredor, el famoso Frankestein, toda una leyenda que ha ganado más competiciones que nadie, y que tiene su cuerpo totalmente desfigurado por culpa de los accidentes sufridos.
'La carrera de la muerte del año 2000' es un sinsentido cinematográfico a cualquier tipo de nivel, tanto formal como temático. Tratándose de una serie B, se ven sin problemas las grandes deficiencias de su puesta en escena, tratando de representar un futuro caótico lleno de decadencia, una sociedad en declive que sólo encuentra satisfacción en una carrera inútil llena de muertes y brutalidades en la que reina la más pura y bestial anarquía. Un todo vale y vamos a luchar contra eso con la misma filosofía no es buena carta de presentación para un film en el que no hay el más mínimo resquicio para la lógica, y ni siquiera respeto por el ser humano. Su caduco sentido del humor no hace mella con el paso de los años, y tampoco creo que la hiciera en el momento de su estreno. A un servidor no le hace la más mínima gracia lo que ve en pantalla, ya que parece no existir intención alguna en sus planteamientos. No es una comedia, no es una parodia, y la seriedad que pretende transmitir se pierde por lo extremadamente demencial de su propuesta.
Aquel que piense que al menos podrá encontrar escenas de persecuciones de coches, tan de moda en los 70, bien realizadas, está completamente equivocado. No están bien hechas, no aportan la espectacularidad que el film necesitaba (aquí una muestra de que en este caso sí era necesario un presupuesto más amplio, o al menos la mano sabia de Corman), y lo que es peor, están muy mal montadas, provocando un enorme caos que no hace más que desesperar, por lo menos a mí. Sólo queda deleitarse, si esa es la palabra, en disfrutar, y esa no es la palabra, del duelo interpretativo de sus dos actores principales: Sylvester Stallone y David Carradine. Un duelo por ver quien de los dos resulta más inexpresivo o insoportable. Mientras el primero hace gala de unas muecas faciales que más tarde le darían fama mundial pegando golpes a diestro y siniestro, el segundo lucha con todas sus fuerzas por parecerse a un piedra. Uno elige el camino del histrionismo, otro el de la quietud actoral, y al que se le ocurrió la idea de enfrentarlos en una película, o merece un Oscar o merece el infierno.
Por supuesto no faltan las dosis de sexo que un film de estas características debe tener. Si la violencia es exagerada, el sexo tiene sus grados también, claro que nada de esto importa ni viste un film que hace aguas por todos lados, y que aún intentando verlo desde una perspectiva de cachondeo, si queréis usar esa expresión, no llega a conectar con un espectador que se debate entre el aburrimiento más soberano o reírse a lo bestia por lo surrealista del mismo. Tal vez sea ésa la solución a una película tan mala como ésta, verla totalmente libre de prejuicios para poder disfrutarla, y sin embargo creo que el film se escapa a todo eso, y más aún en su parte final, cuando toda la trama se desmadra de forma increíble y termina siendo un desprósito de connotaciones políticas e ideológicas de peligroso calibre.
'La carrera de la muerte del año 2000' es un bodrio de proporciones cósmicas. La próxima semana será editada en dvd en nuestro país en una nueva edición restaurada, con algún que otro extra como un documental sobre la figura de Stallone, y no me refiero a su físico. Después de ver una película como ésta, uno llega a la conclusión de que no puede hacerse peor, pero siempre hay gente dispuesta a demostrarte que puedes estar equivocado. En mi caso me lo demostró un señor llamado Paul W.S. Anderson, pero ya hablaremos de eso otro día.
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