Retomando la serie de villanos del cine que más me impactaron, hoy le toca el turno a un cyborg, o un androide según se quiera definir. Es nada menos que The Terminator, una máquina letal e implacable que debutó en 1984 en la espléndida película ‘Terminator’ de James Cameron.
Es un villano peculiar, puesto que no es humano, no le mueven sentimientos de odio, venganza, sadismo ni está perturbado. Es una máquina con forma humana pero de comportamiento programado. Pero lo que sí cumple, es que para llevar a cabo su cometido, no duda en aplastar a quien se interponga, y lo hace como sólo un gran villano sabe.
Se trata del mejor trabajo interpretativo (si es que así lo podemos llamar) del actual gobernador de California, la otrora estrella del celuloide, Arnold Schwarzenegger. Estuvo perfecto para encarnar a un cyborg exterminador y asesino, de pocas palabras (para los más detallistas, exactamente 134 en toda la película), de mirada fría y de fuerza descomunal. Encajaba a la perfección y Cameron supo sacarle mucho provecho.
El guión no es precisamente una maravilla, aunque con su simpleza resulta una delicia, a pesar de basarse en varios relatos de Harlan Ellison (no acreditado hasta que prosperó su demanda) y en supuestas pesadillas del propio realizador. Pero no se le puede negar que logró una contundente puesta en escena y supuso un hito en cuanto al uso de efectos especiales (algo que continuaría siendo en el resto de títulos de la saga).
Pero, centrándonos en Terminator, que tuvo la suerte de contar con el talento de Stan Winston para el diseño del endoesqueleto, se trata de un personaje muy interesante. Desde su aparición, de esas que impactan y que suponen una auténtica amenaza para los protagonistas, así como capturan la total atención del espectador.
El T-800 (en concreto Cyberdyne Systems modelo 101) fue programado para aniquilar a a Sarah Connor, madre de John Connor, el lider de la resistencia humana contra las máquinas, en un futuro ambientado en el 2029. Hacerlo antes de que naciera suprimía la posibilidad de que se convirtiera en un líder y el peor enemigo de las ambiciones de Skynet, la inteligencia artificial que se subleva apocalípticamente contra la humanidad.
De la parquedad de palabras de T-800 y su sistemática actuación, nos percatamos enseguida. Y, prueba de ello, es la frialdad amenazante con la que busca en la guía telefónica a todas las posibles Sarah Connor de Los Ángeles, y las retira del tabaco.
Poco a poco, va aproximándose a su misión, aunque se vaya encontrando con dificultades que nos hacen albergar algo de esperanza ante tan grande manifestación de amenaza agobiante.
Un escena memorable es la aparición en la comisaría de policía. Sublime. Aniquila a todo el que se interpone en su camino. Prodigiosa muestra de su poder y de su aparente imbatibilidad. Pero también son grandes momentos, los distintos encuentros de la protagonista con Terminator, que siembran el miedo. Que se acrecienta en cada persecución, rodada de forma brillante y espectacular.
Y, no podemos olvidarnos, del apoteósico final, con todos los tópicos del género, en el que no hay forma de acabar con el imparable cyborg. Pero… «I’ll be back».... Aunque esa es otra historia y otro villano. Aunque pronto tendremos una nueva entrega (‘Terminator Salvation’), que no tendrá el físico de Arnold, pero seguro revivirá cierta nostalgia entre algunos espectadores.
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