Para un servidor 'Expediente-X' es una de las mejores series de televisión de la historia, con la cual se produjo un antes y un después en el medio televisivo dentro de las series regulares. Muchos de sus episodios terminaron siendo infinitamente superiores a muchas películas estrenadas en el cine. Nueve excelentes temporadas que convirtieron a muchos espectadores en adictos incondicionales, entre los que yo me incluyo. La película de 1998 era como un episodio lujoso, un poco innecesario a mi juicio. Cuatro temporadas más tarde llegó el final de la serie con una conclusión que no estaba a la altura de las expectativas. Daba la sensación de que todos estaban ya hartos de la serie y la terminaron deprisa y corriendo. Muchos nos quedamos decepcionados. Carter había cerrado su mejor proyecto de forma imperdonable.
Seis años después, en una época en la que se recuperan para la pantalla grande viejos personajes que vivieron tiempos mejores (Indiana Jones, John McClane, Rocky Balboa...), Carter decide, vaya usted a saber porqué, resucitar a Mulder y Scully en lo que prometía ser una gran aventura fílmica. Pero en lugar de devolverles el honor perdido, no les deja levantarse y los remata en el suelo donde ya estaban malheridos, en una operación sin sentido y hasta absurda.
El 2008 puede ser recordado por el año en el que algunos directores de prestigio han homenajeado la entrañable serie B. Recapitulemos: Spielberg la Sci-fi de los 50 ('Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal'), Shyamalan el cine con tintes apocalípticos también de aquellos años ('El incidente'), y Darabont las monster movies ('La niebla'). Ahora Carter nos devuelve a sus míticos personajes metidos en una historia que recuerda sin duda alguna a las viejas películas sobre experimentos médicos que sobrepasan los límites de la moral y la ética. Según algunas opiniones que ya he leído, esto ha supuesto una decepción para muchos espectadores que esperaban encontrarse con fenómenos paranormales. Sin embargo, creo que es uno de los aciertos del film. Eso sí, su desarrollo me parece más simple que un botijo, lleno de increíbles bajones de ritmo, personajes insuficientes y una resolución poco satisfactoria.
'X-Files: Creer es la clave' es una película que se centra en sus dos personajes centrales: Mulder y Scully y más concretamente en la segunda, a la que Gillian Anderson regala una excelente interpretación, convirtiéndose de lejos en lo mejor de la película. Anderson aporta cosas que no están en el guión (lleno de incongruencias y situaciones mal planteadas), reconstruyendo su personaje a través de las miradas, los gestos y una capacidad para enamorar a la cámara indiscutible. Es ella la que posee los mejores momentos en una aventura final (los resultados comerciales ayudarán a que sea la última) en la que la búsqueda de Dios e intentar comprender sus acciones son el verdadero quid de la cuestión. Scully (en realidad Anderson) refleja mucho mejor que Mulder sus dudas y decisiones, sus miedos y certezas, resultado de toda la experiencia que ha adquirido durante todos los años a cargo de los expedientes X. Y sobre todo la vital relación con su compañero del alma, la pareja perfecta y que siempre lo fue, desde el primer día que se conocieron. Ahora los dos toman conciencia de sí mismos en el otoño de sus vidas.
Pero 'X-Files: Creer es la clave' también es una cinta de género, y a pesar de lo atractivo de la idea, como tal es un completo despropósito. Los personajes secundarios no tienen razón de ser, algunos son colocados para simplemente presentar a Mulder y Scully (los agentes del FBI). Otros son ridículos de lo mal escritos que están (Billy Connolly y sus cansinas visiones), y otros reaparecen únicamente para alimentar la memoria de los fans de la serie (Skinner). No hay ritmo, no hay interés, y tampoco clímax. Sólo a veces, una adecuada atmósfera con un acertado paisaje nevado, logra vestir la película. Pero al final, y a pesar de su parcial fortuna, a uno le queda la sensación de vacío, de insatisfacción. No importa cuan ingenioso nos parezca algún chiste como el de George Bush (al respecto puede verse en los dvd de la novena temporada una escena eliminada del último episodio que no tiene desperdicio) o la química perfecta que existe entre David Duchovny y Gillian Anderson. No llega, y menos si tenemos que presenciar una escena tan bochornosa como la que sucede a mitad de los títulos de crédito finales. Tendré que volver a ver la serie para recuperar la fe en Mulder y Scully.
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