El día 13 se estrenará 'La vida sin Grace' ('Grace is Gone', 2007), una película en la que por tercera vez seguida, John Cusack hace de viudo (en la otra película suya de la temporada no era viudo: había perdido a su hija). No sólo repite papel en ese sentido, aquí es ex-militar y en 'The Contract' era ex-poli. Y, por si fuese poco, en este caso, lo de que sea viudo es el tema central de la película. James C. Strouse la ha escrito y dirigido y, junto a Cusack, están en el reparto Alessandro Nivola y Marisa Tomei.
A Stanley Philipps el haber perdido a su mujer se le hace insoportable, pero lo que no es capaz de afrontar en absoluto es contárselo a sus hijas. En lugar de eso, se dedica a pasar tiempo con ellas retrasando el momento. Esto provoca que durante casi todo el metraje, Cusack deba callarse sus sentimientos. En teoría, esto supone un material excelente, no sólo para el actor, sino también para el guionista. Pero no se consigue lo que se busca y lo que tenemos es una ausencia total de cualquier tipo de empatía. Los sentimientos velados y ocultos que deberíamos encontrar en el film se sustituyen por escenas que no consisten en nada, salvo en tener que soportar a unas niñas inaguantables a lo largo de todo un viaje en automóvil que convierte a la película en una road-movie. La pequeña, que ya no está en edad de ser mona o que no es mona ella en concreto, no hace más que dar la tabarra con preguntas e insistencias. Tanto es así que una, desde la butaca del cine, está deseando que lleguen al parque de atracciones con más ganas que ellas mismas. 'La vida sin Grace' sería muy superior si la escena del final SPOILER, en la cual el padre les cuenta por fin a las hijas que la madre ha muerto, FIN DEL SPOILER estuviese al principio y la historia que se nos contase consistiese en cómo tratan de superarlo y salir adelante. Es decir, en lo que dice el título español: en cómo rehacen su vida y sus corazones sin Grace. Eso sí es una historia para un largometraje. Sin embargo, lo que se presenta en el film responde sólo a una manipuladora intención de alargar el supuesto dolor para así provocar sentimientos en el espectador de forma facilona, metiendo el dedo en la llaga. Esta recalcitrante forma de quedarse en lo malo sin salir de ahí casi se podría considerar como pornografía sentimental. Pero lo peor es que precisamente lo que consigue es el efecto contrario: en lugar de sentirnos peor por compadecer al personaje, todo lo que ocurre nos da igual porque vemos que es un hombre que toma las decisiones más absurdas e incorrectas. Como se trata de un film sobre un tema triste, se supone que no puede tacharse de aburrido, pues se demostraría una gran insensibilidad, pero es que no es suficiente con que se elija un argumento dramático, además hay que saber contarlo.
Es evidente que el aliciente mayor de la película es John Cusack, quien siempre ha sido un enorme actor con grandísimo carisma. Es el intérprete quien levanta 'La vida sin Grace', película que con otro protagonista sería vomitiva, pero ni siquiera Cusack hace que este film sea bueno. Su actuación no es del todo acertada, está algo exagerado y –quizá por culpa del guión— en él no vemos ni evolución, ni sentimientos contenidos… No es un papel que le permita mucho lucirse porque los espectadores sabemos que está triste y así es como está todo el tiempo: no trata de disimular, no hace de tripas corazón para tener un momento alegre, no emplea la sutileza… De hecho, el actor está tan igual a lo largo de la película que incluso en una escena en la que la mujer aún no ha muerto y él acude a un grupo de apoyo para cónyuges de soldados ya se muestra tan apesadumbrado que parece que sea viudo. Alessandro Nivola, quien da vida a su hermano, podría haber tenido un papel interesante, pero se queda en nada, actúa como si tal cosa. Y sobre las niñas ya he comentado que eran un tanto molestas.
Hay cosas de guión que no son creíbles, por ejemplo, que la niña mayor no se haya dado cuenta antes de lo que ocurría en realidad o al menos de que algo iba mal… No sólo notaría rarísimo a su padre, sino que constantemente está conectada a Inernet y lo normal sería que recibiese pésames en su correo electrónico. Incluso aunque pensemos que ella no quiere creerlo, de alguna forma preguntaría o se haría cómplice de su padre. Y lo peor de todo es que el personaje de esta niña se nos presenta como una persona muy avispada y el que no se dé cuenta sólo sería verosímil si fuese más bien boba. Tampoco es lógico que la vecina que les deja el guiso se haya enterado y que el hermano desconozca la noticia. Estos fallos le quitan fuerza a escenas que en teoría deberían tener mucho peso emocional.
Finalmente queda lo de siempre, la inevitable cuestión política. Porque ahora casi todas las películas tratan el tema de la guerra de Iraq y su discurso forma parte de la obra. 'La vida sin Grace' presentan a la única persona que cuestiona a Bush y la guerra como un vago que a los 32 años aún se está pensando qué va a estudiar y que se dedica a estar tumbado en el sofá de su madre. El personaje de John Cusack, es decir, aquel con cuyas ideas está la cinta, opina que hay que defender el país, que los soldados hacen un bien y no admite que se cuestionen las razones de ello. Podríamos intentar creer que él se está convenciendo a sí mismo para no sentirse tan mal, pero más bien parece que convence a su hija porque él piensa así. Es difícil que despierte empatía un hombre que hizo trampas para entrar en el ejército en lugar de hacer lo que cualquier persona: hacer trampas para librarse de la mili.
En mi opinión, 'La vida sin Grace' no consigue nada de lo que busca en el terreno de las emociones. Se hace muy larga y eso que no llega ni a la hora y media. Pero esto de los sentimientos es muy subjetivo y es posible que llegue a otras personas.
Más información en Blogdecine sobre John Cusack y 'La vida sin Grace'.
En Blogdecine | 'La vida sin Grace', John Cusack sufriendo y poco más.