'Speed Racer', frenético espectáculo palomitero

'Speed Racer', frenético espectáculo palomitero
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Ha llovido mucho desde que 'Meteoro' amenizaba las mañanas televisivas, junto a una interminable sucesión de series de dibujos animados, y hacíamos crujir los cereales en nuestra boca mientras nuestras madres nos metían prisa para ir al colegio. Con Fernando Alonso en una situación un tanto apurada, los espectadores seguramente irán a puñados a ver a un héroe ganador en la pista, más próximo a Rayo McQueen de 'Cars' que una persona con defectos relevantes. Y tengo que decir una cosa para adelantarme a los acontecimientos: en conjunto, 'Cars' es bastante mejor que 'Speed Racer'. Y todo, porque 'Cars' tiene un público definido, un target que dirían los publicistas, y esta película carece de él.

El productor Joel Silver ha estado detrás de la trayectoria de los Wachowski, y parece que este vínculo ha llegado a su fin. Así puestos, los hermanos responsables de 'Matrix' han bordado una película única en cuanto a su aspecto visual, y han pensado que la mejor forma de ofrecer un producto familiar es combinar una mezcla entre la ingenuidad más pastelosa y el enrevesamiento más gratuito. De esta forma, los niños pueden disfrutar mucho con 'Speed Racer', pero no por la historia (demasiado complicada para los que cursan Primaria), sino por las carreras y el frenetismo perpetuo en el metraje. Los adultos, sólo quizás, aunque los habrá que se muestren abiertamente abrumados por la original, creativa e imaginativa dirección de la que se hace gala en la película.

Desde el primer segundo, se presenta al protagonista absoluto, sin andarse con tonterías. Es decir, a Speed Racer (Emile Hirsch), poniendo al espectador en situación, y expresando sin tapujos el trauma de un talentoso piloto que perdió a su hermano mayor, y ahora sigue un camino tremendamente similar. Todo barnizado con convencionalismos, de forma que los diálogos, por ejemplo, resultan tan escuetos y triviales que incluso puede pensarse en la autoparodia. Pero enseguida nos damos cuenta de que los Wachowski, lo que realmente han hecho es divertirse, exprimiendo como buenamente pueden la paupérrima base argumental de los dibujos animados, y experimentando hasta la saciedad con su irrepetible forma de tratar el cine.

Por supuesto, todo esto implica que todo espectador con dos dedos de frente se ilusionará más por la estética del film que por su propuesta argumental, que a pesar de todo no carece de cierta simpatía. Y es que la fotografía es alucinante, el estilo colorista y ultracargado beneficia a las escenas, hay planos nunca vistos con anterioridad, y una gama de secuencias que hace las delicias de los amantes de los aspectos técnicos de una película, como es mi caso. El homenaje a los dibujos animados y hasta a los videojuegos es muy obvio y logrado, y constituye una atmósfera muy estimulante.

Hasta tres grandes carreras se suceden en la película, y ninguna de ellas ve mermada su principal función: entretener y evitar que miremos el reloj, como sí ocurre con las escenas "familiares". La familia Racer en ningún momento despierta empatía, a pesar del buen hacer de John Goodman y Susan Sarandon como los padres del protagonista. También aparece Christina Ricci, novia del héroe, en una relación tan insípida que hasta resulta repulsiva. Matthew Fox aparece en un papel misterioso, pero pasándoselo pipa. Pero Emile Hirsch, que con sólo una mirada se comía la pantalla en 'Hacia Rutas Salvajes', no despierta el menor afecto que cabe esperarse de un personaje de este tipo.

Por lo demás, ya sabeis: buenos muy buenos, malos muy malos, un mono que pretendidamente hace gracia, un niño repletísimo de clichés, y SPOILER un final orgásmico de esos que tanto gustan a los productores de Hollywood, para que el espectador poco exigente se vaya de la sala con una felicidad artificial FIN SPOILER. La música, del habitualmente inspirado Michael Giacchino, a veces está bien, el resto fatal. No así el sonido, con una producción aceptable. Y, como era previsible, a la película le sobra media hora, como mínimo, ya que 'Speed Racer' dura dos horas y a esa altura a un servidor ya se le ha terminado el tarro de palomitas. La segunda mitad, en este sentido, es especialmente redundante. El uso de flashbacks, acertado y dinámico al principio, termina siendo deplorable, con una recopilación de frases que nos trata descaradamente como a tontos. Una película entrañable, atípica y excesiva, que no sabe encontrar un público en quien apoyarse económicamente hablando, que tiene todos los defectos y limitaciones que cabía esperarse, y que para muchos no tendrá más repercusión ni interés que el de comprobar que los Wachowski llevan años de adelanto a la mayoría de cineastas, al menos en el ámbito visual.

Más información en Blogdecine sobre 'Speed Racer' y los Wachowski.

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