Está claro que 'Rompiendo las reglas' ('Never Back Down') tiene alicientes para un gran público: las chicas adolescentes –quizá también algunos chicos— y las personas en general a las que les guste las peleas de Mixed Martial Arts (MMA). Se demuestra al comprobar que en EE. UU. no ha ido nada mal. Quien esté en cualquiera de los dos sectores mencionados, ya sabe que el 18 de abril se estrena 'Rompiendo las reglas' y que en la película encontrará lo que busca.
En el primer caso: protagonistas que salen sin camiseta mucho más tiempo del que aparecen con ella puesta y que, en teoría, están buenos. Sean Faris en algún plano me recordaba a Tom Cruise, pero sólo en alguno. Y Cam Gigandet, que está algo mejor, podría ser una mezcla imposible entre Brad Pitt y Neil Patrick Harris. En el segundo caso: mucha pelea. Las comparaciones obvias de la película serían con 'El club de la lucha' y con 'Karate Kid', pero los parecidos se limitan al tema central. Jeff Wadlow dirige este film que nos cuenta que Jake acepta la invitación de la chica que le gusta, Baja, para acudir a una fiesta. Pero ella le ha tendido una trampa porque su novio se lo ha pedido y Jake acaba inmerso en una pelea. Después de ser vencido y humillado por Ryan, un compañero le habla de un deporte conocido como Mixed Martial Arts (MMA) y le presenta a su mentor Jean Roque (Djimon Hounsou) que lo acoge bajo su tutela. Con Jean aprenderá a ser disciplinado y paciente, claves que le sirven para llegar a lo más alto y definirse a sí mismo.
Por lo tanto, 'Rompiendo las reglas' tiene un público. Sin embargo, yo no me encuentro dentro de él. En general, no me interesa lo que ocurre en el film, no porque me dé igual la lucha, pues cualquier tema de fondo de una película, si está bien presentado, te engancha aunque no sea una de tus aficiones. Sino porque las motivaciones que tienen los personajes para pelear son absurdas y ellos mismos demuestran muy poco cerebro. Tan poco como los guionistas, en realidad. Y lo gracioso es que se pasan el tiempo soltando frases sentenciosas y que se supone que son muy inteligentes.
El protagonista, Jake Tyler (Sean Faris), encuentra la justificación para enfadarse en que su padre fue borracho y que siente rabia porque cree que fue culpa suya que muriese. No veo la relación. Pero es peor aún que excusa su incursión en las peleas arguyendo que es necesario, vamos, lo que se llama hoy en día la guerra preventiva. Como se ha intentado introducir una subtrama profunda que le dé dimensión al personaje, no tenemos más remedio que tragarnos escenas muy aburridas en las que habla con la madre o con el hermano o en las que recuerda al padre. Ya que es un film descerebrado de peleas, como mínimo, que sólo haya peleas y no diálogos evidentes. Faris no tiene demasiado carisma y si a eso le sumamos lo absurdo de sus motivos para pelear y el que siempre esté amargado, nos acaba cayendo mucho peor que el supuesto malo.
La némesis del protagonista, Ryan McCarthy (Cam Gigandet), es un niño bien a quien le gusta pelear por pelear. Es malo porque lucha sin motivo, a diferencia del protagonista que lo hace para evitar que el primero le pegue, sin darse cuenta de que otra forma de evitarlo es no caer en sus provocaciones. Ryan constantemente reta a Jake para que pelee, con unas miradas tan provocadoras que parece que se le está insinuando para otra cosa. Si además, observamos que el pique que hay entre Jake y Ryan es como el odio que hay al principio de las comedias románticas o que el vínculo entre Jake y su "sensei" es el mismo que suele haber en películas de amor entre los protagonistas –durante un momento, uno de ellos se enfada y la relación parece imposible, pero luego se reconcilian—, es difícil no ver los ingredientes gays. No digamos si encima hacemos caso de la canción de King Missile 'Gay/Not Gay': "maybe wrestle with eachother a little bit, you know, just us guys" and I'm like "No.""
Djimon Hounsou, como instructor de MMA, es el único que tiene un papel que más o menos se podría considerar inteligente, pero lo gracioso es que su evolución en la película consistirá en dejar de rechazar las peleas. Es decir, que el film lo presenta como un cobarde por no querer pelear. Parece que estoy diciendo que en una película de peleas los personajes no deberían luchar. No digo eso. Lo que quiero decir es que 'Rompiendo las reglas' presenta como algo malo el pelear e intenta mostrar que el protagonista lo hace porque no hay más remedio. Pero luego el mensaje es que resulta favorable. Es decir, que se contradice. Al menos, Hounsou también sale sin camisa: algo para la gente que ya hemos dejado atrás la adolescencia.
Hay un quinto personaje que es el típico amiguete freak del protagonista. Aquí se pasa el tiempo grabando con una cámara y ya nos demostró 'Monstruoso' que quien se pone detrás de estos aparatos de grabación se deja el cerebro en algún sitio. Un personaje que, por su carácter, debería ser más listo que el protagonista, pero que sólo está ahí para admirar a los que luchan y dar información sobre torneos.
Pues como decía al principio: 'Rompiendo las reglas' tiene determinados alicientes para muchísima gente y no creo que quien busque alguno de ellos tenga por qué dejar de ir a verla. Las demás consideraciones se podrían considerar hilar demasiado fino para lo que es la película que, por otro lado, se deja ver sin llegar a ser aburrida o insufrible en ningún momento.
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