Con una película como 'El atardecer' ('Evening') no sería necesario ni escribir una crítica, sólo con decir las actrices que aparecen en ella, seguro que mueve a una gran parte del público a la taquilla. Aquí va la retahíla por orden alfabético: Glenn Close, Toni Collette, Claire Danes, Vanessa Redgrave, Natasha Richardson y Meryl Streep. Además de ellas, están Patrick Wilson, Hugh Dancy, Mamie Gummer y Eillen Atkins.
Se trata de uno de esos films grandiosos en los que, además del espectacular y oscarizable reparto, todo se mueve en mansiones de lujo y lugares idílicos, la fotografía es bonita y los sentimientos que experimentan los personajes son intensos y convierten cada momento en el más crucial de sus vidas. Es uno de esos dramas norteamericanos que casi siempre aparentan ser cine de una calidad mayor que la que realmente poseen. Una de esas películas con tanta fachada que parece difícil penetrar en ellos y más aún despiezarlos o criticarlos. Deslumbrante, podría ser la palabra, pero no por lo brillante, sino por el efecto cegador de su aparato estético. 'El atardecer' está basada en la novela de Susan Minot, que ella misma ha adaptado para la gran pantalla con el ganador del Pulitzer, Michael Cunningham ('Las horas'). La dirección corre a cargo de Lajos Koltai ('Sin destino'). Como en 'Los puentes de Madison' —película que tengo comprobado que, a pesar de su apariencia, gusta mucho más a los hombres que a las mujeres—, unas hijas descubren que su madre tenía un amor del pasado que ellas desconocían. En su lecho de muerte, Ann (Vanessa Redgrave) recuerda a una persona a la que sus hijos no conocen: Harris. Vemos entonces a Ann de joven (Claire Danes) acudir a la boda de su mejor amiga, Lila (Mamie Gummer) y enamorarse de Harris, un hombre al quien también ama, aunque de forma no correspondida, la futura esposa.
Con ello, la película trata de explorar la idea de las oportunidades perdidas, los errores vitales y la renuncia a la felicidad. Estos conceptos son interesantes, aunque la forma en la que se abordan, además de ser excesivamente obvia, no es todo lo profunda que podría ser. Ya que tenemos a varias mujeres que se preguntan si han tomado las decisiones correctas en su vida —pues la hija pequeña de Ann (Toni Collette) también tiene dudas—, se podría haber hecho que alguna de ellas sí hubiese luchado por lo que amaba, incluso aunque hubiese tenido que renunciar en última instancia. Pero al ver que nadie se esfuerza por lograr su objetivo, el que no lo alcancen no se puede comprender como un fracaso.
Aparte de esto, el mensaje final de la película es tremendamente conservador, ya que se concluye que no hay por qué perseguir la felicidad, sino conformarse, o que para una mujer tener hijos debería ser lo más satisfactorio de su vida. Esta idea queda más que sentenciada en la frase "no existen los errores", que se enuncia más de una vez. La decisión del personaje de Collette también recalca esta moraleja.
Sin ser el protagonista que 'El atardecer' quiere tener, Buddy, es el elemento más interesante de todo el film. Su personaje sostiene la película y gracias a él tenemos suficientes momentos de buen cine, profundización psicológica y conflicto, como para que ver 'Evening' no sea una pérdida de tiempo completa. El actor que le da vida, Hugh Dancy (en la foto de más arriba), hace un trabajo excelente, quizá gracias a que sobre guión es el único que tiene un personaje con aristas, con debilidades, pero que dice la verdad cuando es necesario y que trata de encontrar esa felicidad a la que todos han renunciado ya desde tan pronto.
Sin embargo, no es intención de los autores que Buddy sea el protagonista. Sus personajes principales son las mujeres, pero ellas carecen de personalidades bien definidas y consiguen una empatía muy escasa. Las actrices están muy correctas en sus papeles, siendo Claire Danes la que más destaca, pero desde guión sus formas de ser no quedan nada claras.
Resumiendo: 'El atardecer' es una película que deslumbrará por su elenco y su elegante realización, pero a la que en seguida se le pueden encontrar fallos si se profundiza un poco. Con un protagonismo equivocado, el guión se empeña en dar una conclusión que ni siquiera ha sabido plantear y que tiene que introducirla con frases obvias.
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