Decía ayer, en el post de los estrenos semanales, que consideraba 'El Buen Pastor' el título más interesante en llegar a nuestras salas. De hecho, traté de convencerme a mí mismo, y, de paso, a los demás, de que las críticas vertidas desde el otro lado del charco que tachaban el film de aburrido y excesivamente largo eran sólo las opiniones de unas personas que no podía mantenerse sentadas más de hora y media. Maldita sea, me equivoqué.
Los 167 minutos que dura el drama realista de Robert DeNiro son excesivos. Y no porque la historia no diera pie a una película densa, compleja y necesitada de especial atención y compromiso por parte del espectador (el de verdad, el serio, no el que va porque no tiene más remedio o por compromiso), sino porque la obra que ha puesto DeNiro ante nuestros ojos parece la versión extendida, por un buen número de escenitas sin chispa alguna, sin sentido alguno, del todo innecesarias. No me cabe duda de que la carrera del que fuera considerado el mejor actor sobre la tierra no está, precisamente, en su mejor momento, probablemente su vida fuera del cine tampoco; así, es comprensible que haya puesto toda la carne en el asador para sacar adelante 'El Buen Pastor' y que le haya dolido especialmente cortar metraje. El que sale perdiendo en esta ecuación, es, por supuesto, el espectador, que tiene que soportar el lento avance de una trama que va perdiendo interés desde el principio, sólo animada por algunos relámpagos argumentales y por el desfile de caras famosas, en tareas cercanas al simple cameo.
'El Buen Pastor' ('The Good Shepherd'), relata la inédita historia de la creación de la Central Intelligence Agency, la CIA. La película se centra en la vida de James Wilson, un graduado de la Universidad de Yale que se convierte en uno de los fundadores de la CIA. El personaje se supone que está basado en el legendario astuto pero paranoico jefe de inteligencia James Jesús Angleton. La historia cuenta los cuarenta años de carrera de este personaje a través de la Guerra Fría y detalla los problemas emocionales que sufrió él y su familia. Estamos ante la segunda película como director de Robert De Niro, un señor que ahora sólo goza de las migajas del éxito que atesoró en el reciente pasado (pasado lejano para la mayoría de los que llenan ahora los cines); un señor que tiene dos merecidos Oscar por su trabajo en 'El Padrino. Parte II' y 'Toro salvaje', y que ha realizado interpretaciones memorables en un buen número de títulos magistrales como 'Taxi Driver', 'El Cazador' o 'Uno de los Nuestros'. Trece años después de la estupenda 'Una Historia del Bronx', De Niro vuelve a ponerse tras las cámaras, en esta ocasión con un proyecto muy ambicioso y mucho más complejo que aquella historia del chico del Bronx que dudaba entre la mafia y el trabajo honrado. Situada en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, dos conflictos que aún siguen generando multitud de películas, 'El Buen Pastor' narra los orígenes de la CIA norteamericana a través de la figura de Edward Wilson, uno de sus fundadores. Una historia, a priori, sumamente interesante, que se va derrumbando conforme asistimos a un buen número de situaciones trilladas hasta la saciedad y algunas otras que entran de lleno en el ridículo más absoluto. Desde el desafortunado arranque de la película, que no permite al espectador adentrarse en la historia hasta pasado un buen tramo del viaje de Wilson, el pensamiento de "vaya decepción" llega a colarse varias veces, rompiendo la concentración, frágil al principio, que impone la mano del cineasta (incluso me encontré, lo reconozco, pensando en lo que me había costado el café que había consumido justo antes de entrar). Afortunadamente, y lo digo ahora que "he reposado" la visión del film, el tono inteligente, crítico, elegante, es el que predomina, tapando sutilmente las deficiencias de un guión irregular (escrito por Eric Roth, autor también del guión de la sobrevalorada 'Munich') que abusa un poco de los tópicos del género. La escenita en la que Alec Baldwin ha vaciado la rueda de la bicicleta de Matt Damon para que no se vaya o la anterior en la que vemos a un Damon travesti en medio de un espectáculo teatral son, cuanto menos, para partirse de risa. A éstas hay que sumar las habituales actuaciones tramposas de los espías, un tanto repetidas, hay mucho "deja vu", pero que, hay que reconocerlo, cumplen perfectamente su labor; hablo de las traiciones inesperadas o las falsas declaraciones o los infiltrados en bando enemigo. De todo esto, destacar un par de momentos muy inspirados, sobre todo un "ajuste de cuentas" con cierta señorita en cierto viaje de avión. No quiero revelar demasiado, como de costumbre.
Por otra parte, hay algo que, inevitablemente, llama mucho la atención y es la extrema facilidad del protagonista para ligarse a las mujeres que le da la gana, incluso con el físico de una de las mujeres más sexys del planeta. Es lógico que si quieres contar una gran parte de la vida de una persona, tienes que acelerar ciertos eventos; pero ahí está también la clave de la sutileza y la precisión. En este campo podríamos incluir lo que decía del "ligoteo" de Wilson-Damon; vale que la acción tiene que avanzar, pero joder, el tipo consigue que Jolie se le tire encima, cual leona en celo, sin hacer nada, sólo con su pose seria, aburrida, callada. A diferencia de James Bond, Edward Wilson las consigue siendo un pelmazo. Personalmente, me lo paso mejor viendo al primero. Y es que el protagonista de esta película es un auténtico muermo que no se permite ni siquiera reprobar a su hijo por un comportamiento a todas luces estúpido. Su frío comportamiento provoca que cueste identificarse con él, más aún cuando tiene a Jolie como esposa y ni siquiera cumple con sus "compromisos matrimoniales". Tío, tienes un problema. Aunque quizá se deba a sus inicios (hablo del personaje) y su inclusión en la secta casi homosexual que le permitió entrar en la CIA (no sé hasta que punto es real la pelea en el barro mientras un colega le mea encima).
En conclusión, 'El Buen Pastor' resulta decepcionante pues se esperaba mucho más en el regreso de Robert DeNiro a la dirección y porque una historia de espías, aun acercándose más a la realidad, siempre menos espectacular, debe ser algo más que un cúmulo de datos, fechas, nombres y traiciones. A DeNiro se le olvidó incluir algo de ritmo y algo de acción. Eso sí, a cambio, ofrece elegancia, sobriedad y más de una secuencia brillante. Para mí, suficiente. Pero sólo eso.
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