Lo primero que os sorprenderá, supongo, es la falta de ortografía en el título de la película que he incluido en el titular de esta crítica: ‘En busca de la felizidad’. Este film de Gabriele Muccino se estrena este viernes, día 2 de febrero. Bien, la falta corresponde a una traducción más cercana del título original, ya que ‘The Pursuit of Happyness’ también tiene una falta y ésta está más o menos en el mismo lugar. No sólo eso, además, este error da pie a un diálogo recurrente de la película y tiene mucho significado. Así que considero que era importante haberla mantenido al realizar la traducción. Desconozco el motivo por el que habrán optado por eliminarla.
Quizá también os haya llamado la atención el contenido del titular: “Will Smith salva ‘En busca de la felizidad’ de parecer un telefilm”. Pues continúo explicándome. La película no tiene apariencia de telefilm en cuanto a su fotografía, su realización o su diseño de producción. Muy al contrario, éstas resultan de gran calidad. Sin embargo, la historia contada y el tema subyacente sí que son características de tv-movie para después de comer.
El film narra la vida de Chris Gardner —convertido, tras el abandono de su mujer, en padre soltero—, que a duras penas se las arregla para subsistir como vendedor de escáneres médicos. Se trata de un hombre extremadamente brillante y con un buen currículum académico, pero que no logra que se le presenten oportunidades. Tras un gran esfuerzo consigue unas codiciadísimas prácticas en una prestigiosa empresa y, a pesar de no percibir ningún salario, acepta, con la esperanza de finalizar el plan de estudios con un trabajo y un futuro prometedor. Sin colchón económico ni de ningún otro tipo, Chris y su hijo, que han sido expulsados de su piso, se ven obligados a vivir en centros de acogida, estaciones de autobús, cuartos de baño o allá donde encuentren refugio para pasar la noche.
La otra característica que nos acerca al estilo del telefilm es que la historia está basada en la vida de una persona real. Chris Gardner (1954), a quien podemos ver en la foto de arriba y en la de más abajo, es hoy en día un importante empresario y filántropo, dueño de la compañía de bolsa Gardner Rich. Él mismo decidió contar su vida en un libro que lleva el mismo título que la película y que escribió junto con Quincy Troupe.
‘En busca de la felizidad’ es la historia de un luchador, de un ganador. Es uno de ésos cuentos de superación personal. Como tal, la película consigue indignarte, preocuparte, emocionarte… Esta historia de superación también es una historia individualista y muy, se podría decir, estadounidense en cuanto a la filosofía que transmite, en cuanto a eso de que, según dicen, EE. UU. es la tierra de las oportunidades. Las palabras que Gardner le dirigía a su hijo: "No permitas que nadie diga que eres incapaz de hacer algo... Si tienes un sueño, debes conservarlo... Si quieres algo, sal a buscarlo. Y punto" están llenas de optimismo y de un espíritu luchador, pero no necesariamente las tiene que compartir cualquier persona. De todas formas, no estoy valorando este tema, pues está muy claro que es preferible no hablar de opiniones personales, simplemente estoy sacando a la luz la tesis central de la película, sin decir si me parece bien o mal. El director, Gabriele Muccino, realiza un espléndido trabajo al que poco se le puede criticar. La recreación de los años ochenta, con el detalle, por ejemplo, del cubo de Rubik, está muy lograda y por tanto, la nostalgia para quienes vivimos esa época se puede sumar a las emociones que de por sí transmite la historia.
Los actores son, con diferencia, lo mejor del film de Muccino. Tanto Will Smith como su hijo en la ficción y en la vida real, Jaden Christopher Syre Smith, interpretan con máxima convicción y ternura sus papeles. Pero lo que tiene más mérito es que logran eliminar de la película toda traza de posible ñoñería que podría haber asaltado una cinta como ‘En busca de la felicidad’. Gracias a su punto humorísitco y a su aspecto duro, Smith nos tansmite todas las emociones necesarias sin resultar blando. No en vano está nominado a los Oscar en la categoría de mejor actor.
El debut de Muccino como director se produjo con ‘Ecco fatto’, película para la que también escribió el guión y que le valió una nominación a Mejor Director en el Festival de Cine de Turín de 1998. Su siguiente película, ‘Come te nessuno mai’, logró varias nominaciones y premios en festivales de toda Europa, incluido el Grand Prix del Festival de Cine de París. ‘El último beso’, su tercera película italiana, recibió grandes elogios de la crítica y fue todo un éxito de taquilla en Italia, donde ganó cinco premios David di Donatello (el equivalente italiano a los Goya), incluido el de Mejor Director. Su siguiente película, ‘Ricordati di me’, obtuvo los premios a Mejor Productor, Mejor Guión y Mejor Actriz de Reparto del Sindicato Nacional Italiano de Periodistas Cinematográficos.
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