Éste es Risto Mejide. Se está convirtiendo en la estrella de esta edición de Operación Triunfo, relevando en el papel de malo y borde a Noemí Galera. Y es que ser Directora de Casting de Gestmusic no es compatible con la imagen de bruja que se forjó el año pasado con el acoso y derribo a la canaria Idaira.
Risto Mejide, al que yo ya había visto también como jurado en "El invento del siglo", exagera su rol de malvado. Es extremadamente borde y sarcástico. Adopta una posición chulesca, reclinado hacia atrás en su silla, con sus gafas oscuras. Va de experto en marketing (debe ser bueno, o al menos ha conseguido que los demás lo crean, que es lo importante - podéis ver un resumen de su pensamiento en este pdf, y considera a los triunfitos meros "productos" a los que machaca sin piedad.
¿Es necesario un perfil de este tipo? Estoy de acuerdo en que Operación Triunfo es una fábrica de productos para la industria musical. Y que el tono "flower power" de la primera edición (donde todos eran buenos, todos iban a grabar sus discos y a triunfar, aunque luego el tiempo fué poniendo a todos en su sitio) no se puede mantener a estas alturas: lo cierto es que, con suerte, habrá uno o dos participantes de esta edición que salgan adelante en sus "carreras musicales".
Pero de ahí a hacer el ejercicio que Risto Mejide hace cada semana de humillación de unos chicos que se ven privados de toda capacidad de responder, hay un trecho. De todas formas, OT necesita nuevos alicientes para seguir manteniendo el interés del público, y Mejide es uno de ellos: al final hace falta para que se hable del concurso que, por lo demás, discurre por cauces más que previsibles. Pero Mejide destaca. Y es que hasta David Fernández, en Buenafuente, ha sacado una parodia del personaje: Risto Mejode. Porque al final, lo cierto es que Risto Mejide es, en sí mismo, un producto.