'La Prueba del Crimen', buena historia con actor y forma equivocados

'La Prueba del Crimen', buena historia con actor y forma equivocados
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Wayne Kramer sorprendió hace tres años con 'The Cooler', estupenda película sobre un gafe excepcionalmente interpretado por William H. Macy al que acompañaba un soberbio Alec Baldwin que se ganó una merecida nominación al Oscar. La película era un ejemplo de buena narración con algunos ecos de Scorsese y algún otro director que Kramer admira. Después se le ocurrió escribir el guión de 'Cazadores de Mentes' (de reciente emisión por televisión), que a mi juicio es una de las mayores estupideces americanas de los últimos años, firmada por el pobre Renny Harlin, y cuya historia daba verdadera risa. Aún así, el estupendo sabor de boca dejado por su ópera prima hacía esperar con ganas su siguiente film como director. Y ése no es otro que 'La Prueba del Crimen' (en el original 'Runnig Scared'), película que se rodó en el 2004, pero que se estrenó en los USA a principios de este año, y que aquí se estrena pues hoy. Vamos, lo de siempre.

Según si director 'La Prueba del Crimen' es un intento de homenajear a directores admirados por Kramer como Peckinpah, Walter Hill o alguno de otro de esa generación caracterizados por hacer un uso de la violencia realmente ejemplar y que nunca ha vuelto a repetirse por mucho Tarantino que haya hoy día. Es más, esta nueva incursiónde Kramer detrás de las cámaras se parece más a un film de tío Quentin que a cualquier director típico de los 70. Incluso tiene unas pinceladas a lo Tony Scott, y es que el hermano menor de Ridley empieza a crear escuela. A dónde iremos a parar. Si al menos le imitasen bien, pero ni eso.

Joey Gazelle es un delincuente que una noche se ve metido en un lío inesperado porque un amigo de su hijo pequeño le roba un revólver de su propia casa con el que el chaval quiere disparar a alguien que odia. Dicho arma ha sido utilizada en el asesinato de un policía y Joey tendrá que recuperarla, algo que no le resultará tan fácil, ya que el revólver va pasando de mano en mano en el transcurso de toda una noche llena de violencia, sexo y descubrimientos horribles.

Evidentemente la historia de 'La Prueba del Crimen' encierra muchas más cosas que las mencionadas en el párrafo anterior. El guión está lleno de giros imprev¡stos, que no sorpresivos, ojo, y con un montón de personajes todos muy interesantes, y lo que es el gran acierto del guión: todos ellos muy ambigüos. También el hecho de que en un par de ocasiones se presenta alguna duda moral con bastante fuerza. Pero digamos que todo esto es lo que está sobre el papel, o lo que puede entenderse mientras uno ve la película. Otra cosa bien distinta es el tiempo y la forma que Kramer ha utilizado para contárnosla, y en lo que creo que se ha excedido bastante. Por no hablar de la nefasta interpretación de su protagonista principal, el inefable Paul Walker.

Y es que lo de Walker no tiene nombre. No basta con que el personaje sea interesante, que lo es. Hay que poner a un actor interpretándolo que conozca como mínimo el significado de la palabra "actuación". Walker no es uno de esos actores. Con su sonrisa profidén y sus tremendos ojos azules y la incapacidad total de transmitir emociones, es imposible que nos lo creamos en el rol de alguien que corre a contrarreloj para salvarse a sí mismo y también a los suyos. Da igual que le den de hostias hasta en el carnet de identidad (la película es salvajemente violenta), el tío sigue con su misma cara de niño bueno. Y en los momentos en los que tiene que ser duro y portarse mal, pues que no. Que no sabe.

Cualquier actor del resto del reparto está mucho mejor que él. Incluso Vera Farmiga, actriz televisiva, enormemente morbosa y que últimamante está siendo muy cinematográfica (pronto la veremos en los últimos trabajos de Scorsese o Minghella). La actriz le da el carácter necesario a su personaje y está muy convincente, aparte de que en cierto momento de la cinta es ella quien toma el protagonismo absoluto del film. Atención al pasaje de los pedófilos. Indudablemente el mejor momento de toda la película, y para todo aquel que la vea yo lanzo una pregunta: ¿quién no hubiera hecho lo mismo?. A su lado Cameron Bright, una vez más haciendo de niño raro, en este caso, un ruso incomprendido en un país que no es el suyo. También se deja ver Chazz Palminteri, aunque no se le quita todo el provecho que cabría esperar.

Kramer tiene una buena historia entre las manos, pero no sabe explotarla con efectividad. Se preocupa más por perder el tiempo en piruetas visuales que no vienen a cuento, como por ejemplo, el seguir con la cámara la trayectoria de una bala, o el alternar secuencias de montaje rápido para intentar transmitir tensión, cosa que evidentemente no transmite. Lo curioso es que todos estos fuegos de artificio los usa para alargar secuencias innecesariamente, con lo que el film se resiente en su ritmo y la historia se dilata más de lo debido. Es algo que a mí me ha sorprendido bastante, ya que no me he encontrado con el mismo Kramer de 'The Cooler', donde sí narraba con precisión y soltura. Una pena, porque la historia tenía muchas posibilidades.

Una floja película que nos deja algunos momentos inspirados, sobre todo aquellos en los que la violencia explota sin ningún tipo de concesión y el director no se anda con miramientos, nos lo estampa en la cara. Pero no es capaz de mantener el mismo nivel durante toda la película por perderse de manera desmesurada en la forma. Habrá que esperar a la siguiente.

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