Decepcionante ‘Corrupción en Miami’ vista en el incomparable marco del Festival de Locarno

Decepcionante ‘Corrupción en Miami’ vista en el incomparable marco del Festival de Locarno
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Como ya os había anunciado, la última película de Michael Mann, ‘Corrupción en Miami’ (‘Miami Vice’, 2006), cuyo trailer podéis ver aquí, inauguraba la 59ª entrega del Festival Internacional de cine de Locarno. En España tendremos que esperar hasta el 8 de septiembre para verla en las grandes pantallas de los cines.

Me apresuro a aclarar un poco el titular de la noticia. La película no es mala, pues tiene todo el buen hacer del señor Michael Mann. Digo “decepcionante” porque me esperaba bastante de este film, no porque esté lejos de cumplir las expectativas de cualquiera. ‘Corrupción en Miami’ no está a la altura de ‘Collateral’ o de ‘Heat’, pero merece la pena verla. Las escenas de acción tienen fuerza y están muy bien rodadas y especialmente bien montadas. El ritmo y el tono habituales en Mann, que probablemente son lo que le convierte en un autor dentro del cine de acción, están presentes también aquí. Sin embargo, el guión deja mucho que desear, especialmente en cuanto a los personajes se refiere.

El argumento es muy sencillo: la DEA, la CIA, el FBI y otros departamentos de inteligencia y policía de cuyas siglas no quiero acordarme, tratan de desmontar una red de tráfico de drogas. Hay algún chivatazo y los agentes mueren. La policía de Miami, a la que pertenecen nuestros dos protagonistas, es el único cuerpo al que los informadores y los delincuentes no conocen, por tanto, Sonny y Rico se hacen pasar por traficantes y se infiltran en la organización para desmantelarla desde dentro. A partir de ahí no habrá sorpresas, ni giros de guión ni ningún otro acontecimiento digno de ser mencionado. La película se desarrolla de forma plana y lo único que nos queda a los espectadores es contemplar los planos que no regala Michael.

Comentaré el trabajo interpretativo junto con la definición de los personajes en guión, pues una cosa va de la mano de otra. Colin Farrell no lo hace mal como Sonny Crockett, aunque, claro, no es Don Johnson. En cuanto a Jamie Foxx, de que es un buen actor no cabe duda, aunque se está encasillando demasiado en los biopics de músicos. Sin embargo, su personaje, Ricardo "Rico" Tubbs, es inexistente. No es nadie y no hace nada. El verdadero protagonista es Crockett, que tampoco es que esté muy desarrollado, pero bastante más. Si se ha criticado el trabajo de Foxx es claramente por este defecto de guión.

Lo mejor de la película es escuchar a Gong Li hablar en español. El personaje de ella sí está algo más dibujado y es un poco más humano y creíble. La actriz, por supuesto, está magnífica. Pero la pareja que hacen Li y Luis Tosar podría entrar en la lista de peores parejas cinematográficas de la historia que apareció hace poco en Empire. Y la interpretación del actor español es, probablemente, lo peor de la película. Es cierto que su personaje tampoco tiene muchas aristas, pero él aparece como un palo inexpresivo que los únicos músculos de la cara que mueve son los de la boca y porque tiene que hablar un poco. Su apariencia sí que es adecuada para el jefazo de cártel, pero su actuación es de lo más sosa. Nos quejábamos del Jordi Mollà de 'Dos policías rebeldes 2', pero no sé yo. En ese sentido, el malo secundario, José Yero, encarnado por John Ortiz, es muy superior, tanto en definición de personaje como en interpretación. Es el único personaje con motivaciones, defectos y debilidades humanas de toda la película.

Aunque era de mi época, como se suele decir, no vi mucho de la serie ‘Corrupción en Miami’, de la que el propio Mann era productor ejecutivo, o, por lo menos, no la recuerdo demasiado. Así que no puedo decir si el guión de la película es simplón porque obedece a las estructuras utilizadas entonces o porque ha tomado tramas de la serie para alargarlas a dos horas y pico. Lo que sí puedo afirmar es que, quizá porque ya no estamos en los años ochenta, la horterez, el “puterío” y la macarronería de Don Johnson y Edward James Olmos ya no están ahí. Por mucho bigote que se haya dejado Colin Farrell, estamos muy lejos de los trajes con hombreras de cuando se puso de moda eso de “la arruga es bella”.

Por último, merece la pena comentar lo que también he referido en el titular: el marco incomparable del Festival de Locarno. Los films a concurso se proyectan por la noche en la Piazza Grande de la localidad de la Suiza italoparlante. Con una suave brisita y rodeados de preciosas casas e inmensas montañas dignas de Heidi, se disfruta de las películas mucho más que en cualquier sala de cine. A pesar de tener tanta antigüedad como el de Cannes y el de Venecia, el Festival de Locarno no es tan conocido y, por lo tanto, no se convierte en un desfile de rostros famosos y glamour desaforado como ocurre en el francés y en el italiano. Pero el lugar donde se desarrolla y la selección de films no tienen nada que envidiar a estos dos últimos. Espero que poco a poco vaya cobrando fama internacional y se le dé la cobertura que merece. Por lo pronto, recomiendo la visita a Suiza, ámbito frecuente de vacaciones para muchos centroeuropeos, que aún está por descubrir para muchos españoles.

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