Hoy se ha estrenado ‘La bicicleta’, del director valenciano Sigfrid Monleón. Reproducimos parte de la entrevista que se publicó en Valencia en bici al respecto de su segunda película.
“Una bicicleta es el punto en común de las diferentes historias, en las que hay también un toque neorrealista, en recuerdo al ‘Ladrón de bicicletas’, de Vittorio de Sica”, dice el director de la película. Cada historia tiene su tono y en todas ellas hay un poco de tragedia larvada, de crónica social y de sentido del humor.
La película se rodó en siete semanas, con producción valenciana (José María Morales y Emilio Oviedo) y un presupuesto de dos millones cien mil euros. «’La bicicleta’ es diferente a todo lo que he hecho hasta ahora, es una historia más libre de estructura, más juguetona, que muestra las contradicciones de una ciudad, bajo la estela de la frase Baudelaire: “Las ciudades cambian más deprisa que el corazón de un mortal”», comenta Monleón.
-Comparas la historia de ‘La bicicleta’ con la figurita de ‘El valiente soldadito de plomo’, ¿a qué te refieres con eso?
A que es un elemento que va pasando de mano en mano y va incorporando las huellas de cada personaje por los que ha pasado. La bicicleta también es un símbolo del reciclaje y, al igual que el soldadito, va cambiando con cada pintura o cada raya, incorporando una historia muy personal. Es un elemento que nos ayuda a ver con ojos nuevos unas realidades sentimentales en una ciudad de ahora.
-‘La bicicleta’ es tu segundo trabajo como director de un largometraje, ¿qué has aprendido del rodaje de tu opera prima que te haya servido para realizar este nuevo trabajo?
Lo más importante que aprendí con mi anterior película es que se pueden hacer cintas con muchas capas. Cualquier tema o personaje podía convivir con otros sin privilegiar ninguno en especial. Es una manera de hacer películas más ricas, para dejar tiempo para expresarse y para que el espectador pueda recorrer con libertad la historia y hacerse partícipe del argumento. Una película que no obligue, sino que se deje ver.
-Cuentas con las actuaciones de Pilar Bardem y Sancho Gracia, ¿habías pensado en ellos en un principio?
El caso de Pilar vino de su hijo Carlos, porque yo tenía previsto hacer la película con él, y se le ocurrió que el personaje de la anciana lo podía hacer su madre. Y con Sancho surgió un encuentro al verlo en películas como ‘El crimen del Padre Amaro’, que creo que es una cinta que supone una inflexión en su carrera donde se lo puede ver capaz de seguir reinventándose a si mismo, y quería que una película española también le diera esa oportunidad.
-Si hablamos de tu carrera, ¿Por qué decidiste probar suerte en la dirección? ¿Cuáles son tus referencias cinematográficas?
He escrito libros sobre cine, he trabajado como periodista cinematográfico con la vocación de dirigir. Soy un gran amante del cine y me ha influenciado todo lo que he visto. Quizás en esta película puedo destacar la influencia del cine francés y de una película de Anthony Mann, 'Winchester 73', que es la historia de un rifle que pasa de mano en mano.
-¿Estás trabajando en futuros proyectos?
Tengo tres películas en proyecto y varios guiones en marcha. Estoy esperando que ‘La bicicleta’ me abra al público.
Por su parte, Pilar Bardem, que ha asegurado que se incorporó al reparto de esta obra porque su hijo se la recomendó, considera que la cinta es “muy luminosa y tierna”. Además, encierra “una pulla a la movilidad en la ciudad y a la especulación del suelo”.
Pilar Bardem está muy satisfecha con el resultado de la película, en la que tiene un papel tierno, poco habitual en su carrera. La actriz asegura que Sigfrid Monleón “es un director introvertido y con talento, sabe muy bien lo que quiere y te lo dice además con ilusión”. En el filme, además de los actores citados, intervienen también Rosana Pastor, Carmen Benlloch, Alberto Ferreiro y el niño José Miguel Sánchez.
A Carlos Bardem le enganchó “un guión muy reivindicativo”, porque debajo de la poesía “hay hachazos”. Asimismo, consideró que su personaje, Antonio, es el protagonista de un cuento dentro de la película, porque es “un ogro bueno” que “representa mucho al especulador que quiere dar el pelotazo como sea”. “Es un malvado más para mi galería”, añadió. A su vez, Javier Pereira expuso que Santi es “un luchador idealista” que reivindica un espacio para las bicicletas en su ciudad.
En este sentido, Monleón indicó que los personajes “te permiten mirar a la ciudad” que aparece “como fondo del personaje”. También confesó que le gusta que la música sea otro de los protagonistas, “que explote en algún momento con voz propia”, al tiempo que consideró que la canción final “transmite cierta melancolía”, aunque contrasta con un momento de celebración.