‘Bienvenido a casa’, de David Trueba, que inauguró el Festival de Cine Español de Málaga, se estrena este viernes, 7 de abril. El trailer, además de mucha más información y de fotos, ya está disponible.
En resumen, el filme cuenta cómo una pareja joven, que se acaba de instalar a vivir juntos, se sorprende por un embarazo no planeado. Ella quiere tenerlo y a él le asaltan mil dudas. Durante casi dos horas, el chico se tendrá que ir haciendo a la idea de que va a ser padre, a pesar de los comentarios malsanos de sus compañeros de trabajo en contra de la paternidad.
Ariadna Gil, Santiago Segura, Juan Echanove, Alejo Sauras, Jorge Sanz, Julián Villagrán, Javivi (de izquierda a derecha en la foto), Concha Velasco, Pilar López de Ayala, Carlos Larrañaga, y otros, protagonizan una película que podría haber sido mucho más divertida y emotiva de lo que es.
Su opera prima, ‘La buena vida’ (1996), con Lucía Jiménez y Fernando Ramallo, me pareció muy bonita. Y en ella sí que había encontrado Trueba el tono azconiano, la poética de Azcona, el "tufo" del que hablaba Echanove en la rueda de prensa de Málaga . En aquel momento podía decir que me gustaban todas sus películas, cosa que casi siempre sólo se puede decir de los directores que únicamente tienen un filme en su haber. En seguida llegó la decepción con ‘Obra maestra’, tan grande que no vi ‘Soldados de Salamina’ (y, sí, ya sé que es una falta que debo enmendar).
Así que, después de declararme seguidora de la obra de David Trueba y antes de criticar ‘Bienvenido a casa’, tengo que analizar si me ocurre precisamente que ya me acerco a ver cine con demasiados datos y prejuicios, y necesito una mirada más inocente, menos crítica y cínica. Si, al haber cumplido doce años más desde ‘Los peores años de nuestra vida’ soy más exigente y no me producen tanta emoción los momentos entrañables. O si lo que ocurre es que esta película tiene fallos y es peor que aquellas. Es posible que sea David Trueba el que se haya quedado un poco anclado en esa época: ‘Bienvenido a casa’ tiene un regustillo noventero en la forma en la que está rodada y ambientada.
Es posible que lo que haya hecho a David Trueba no lograr un filme del todo bueno sea que se ha sentido demasiado constreñido por la necesidad de transmitir un mensaje. Es evidente que el guión no ha fluido libre, como podría haber ocurrido con otros, sino que tenía que ceñirse a la idea de que un hombre asume su paternidad lentamente, más tarde que la mujer -- según declaró el director, “una pareja es como dos trenes que van a distinta velocidad. La mujer es madre desde la concepción. El hombre muchas veces no se da cuenta hasta que tiene al bebé en brazos” -- ; pero que debe asumirla finalmente. Esta especie de lección o moralina provoca que la trama gire durante demasiado tiempo en torno a algo que no da para tanto: un embarazo. El personaje de Alejo Sauras no resulta del todo definido también por este motivo: no puede ser un mal chico, aunque tenga sus devaneos y esté lleno de dudas, y tiene que acabar por desear ser padre. Así, todo lo que le va ocurriendo se va forzando para llegar a ese punto. Como consecuencia de todo esto, final de la película es excesivamente conciliador y la reforma psicológica del protagonista resulta muy exagerada.
En fin, la película es amena y se ve bien, hace reír a ratos, puede que emocione a más de uno, pero lo que segurísimo que no consigue (no digo que sea ésa su intención) es convencer a nadie, que no quisiera ya, de tener un bebé.