Ésta era una de esas cuentas pendientes que tenía, y como mi compañera Teresa la citó en su post sobre el actor ese con nombre de tiraflechas (más bien saetas), pues me decidí a verla de una vez por todas, para así enlazar con 'Bird' de Clint Eastwood, de la que hablaré proximamente.
Francis Borler es un hombre separado, con una hija pequeña a su cargo y serior problemas económicos, y que tiene una enorme pasión por el jazz. Entabla una curiosa amistad con un músico al que admira (Dale Turner), y que todas las noches toca en un club llamado The Blue Note (por cierto, así se llama uno de los sellos discográficos especializados en jazz, uno de los mejores de la actualidad).
Está dirigida por Bertrand Tavernier con mano jazzística. Me explico. Todo en esta película, absolutamente todo, es jazz, y del bueno. Desde la historia, tristísima y dura, como un solo triste de saxofón; sus personajes, respirando en todo momento jazz, rodeados de humo de tabaco, el inseparable compañero de esta música, al igual que el acohol. Y la puesta en escena de su director, que parece estar interpretando jazz con la cámara, con la que muy cuidadosamente rueda cada una de las actuaciones musicales que se ven en la película, y que son todas esquisitamente extraordinarias.
Francis está protagonizado por François Cluzet, quien transmite muy bien la enorme pasión que su personaje siente por la música, dejando de lado sus problemas personales, un hombre al límite de la destrucción, de hundirse completamente, pero el jazz es su tabla de náufrago, lo único a lo que agarrarse, lo único que merece la pena en esta asquerosa vida.
Dale Turner es exactamente igual con un par de cosas que le diferencian de Francis, es músico y un bebedor incurable, por lo que casi siempre sale ebrio a tocar el saxo tenor, cosa que hace genialmente. Este papel está interpretado por Dexter Gordon, músico en la vida real, y realiza una interpretación totalmente a-cinematográfica, por extraña, al estar interpretándose a sí mismo, y al mismo tiempo, intensa, fascinante, demoledora.
También se dejan ver en pequeños papeles Martin Scorsese y Herbie Hancock, quién firma la banda sonora del film, y que ganó el Oscar, aunque muchos de los temas son versiones de clásicos del jazz.
Tavernier, de quién éste quizá sea su mejor trabajo, realiza un film único en su especie, rozando la genialidad, transportándonos a un mundo con filosofía propia, dónde todo es entendido a través de la música. Su narración es ejemplar, así como el gran acierto de haber fusionado dos artes con inusitada capacidad, llegando hasta tal punto en el que el espectador oye Cine y ve Jazz. Impresionante.
Tal vez la película tenga dos hándicaps. Por un lado resulta demasiado largo, aunque logra seguirse con interés, y por otro, el espectador no conocedor del jazz en estado puro, puede que no disfrute de la película. No importa demasiado, Tavernier ha realizado un título clave en la década de los 80.