Después del éxito que tuvo la primera entrega, era lógico pensar que una continuación aparecería pronto, y ya se habla de que se convertirá en una serie compuesta por seis películas, de las cuales las tres últimas se situarían argumentalmente en Europa. 'Saw' no era una gran película, pero sí tenía los suficientes elementos como para considerarla un producto mínimamente digno, sobre todo por sus estupendos quince minutos finales.
Los sádicos planes de Jigsaw continúan en esta nueva película, donde nueve personas de la más diversa procedencia son encerradas en una casa llena de trampas y pruebas que tendrán que ir pasando. Mientras, en el exterior, un policía tratará de ayudarles porque uno de los encerrados es su hijo.
James Wan, director de la anterior, ejerce aquí sólo tareas de producción, cediendo la silla de director a Darren Lynn Bousman, quién opta por una narración más lineal y por un montaje mucho más acelerado que termina mareando, porque a parte de no aportar nada, sirve para tapar las deficiencias del guión, y también para querer lograr un mayor impacto en las escenas fuertes sin conseguirlo, por lo que en ese aspecto la película es demasiado efectista.
Tobin Bell vuelve a repetir su papel de Jigsaw, y aquí se convierte en lo mejor de la película, pues está francamente bien, además su personaje tiene más protagonismo y se ahonda un poco más en sus motivaciones psicológicas. El resto de actores se mueven más bien en la mediocridad, incluída Dina Meyer, por muy guapa que sea, y sobre todo Donnie Whalberg en el papel de policía, poco expresivo, poco creíble y excedido. Del resto de personajes encerrados en la casa mejor ni hablar, porque representan todos los tópicos y resultan unidimensionales, casi esquemáticos, igual que los actores que los interpretan.
En un intento de resultar superior a la primera en todos los aspectos, la película se pierde en artificiosidades en el guión que no llevan a ningún sitio. Los asesinatos, a pesar de ser más bestias, no logran el impacto deseado, aunque hay un par de cosillas que provocan bastante grima, pero el director ha preferido filmar esas secuencias de la forma más vistosa y espectacular posible, perdiendo así la fuerza que podían haber tenido las escenas.
El argumento es mucho más reducido, una mera anécdota que sólo sirve para cebarse en las crueldades de su protagonista principal. Y respecto a los últimos tres minutos de los que todo el mundo habla, no es que sean un insulto como he oído por ahí, incluso entran dentro de la lógica de la serie, pero a parte de descubrir la trampa de guión, resultan un poco ridículos y forzados, porque se lo han quitado de la manga.
Una floja película que ha querido explotar las posibilidades de la anterior, pero no lo ha conseguido, aunque tampoco es para tirarse de los pelos. No como otras.