Lodge Kerrigan se dio a conocer a mediados de los 90 con la excelente Clean, Shaven, el recuento de un día en la vida de un esquizofrénico. Su opera prima impresionó por su economía narrativa, su precisa puesta en escena y, sobre todo, por la impresionante actuación de Peter Greene.
Habría de pasar casi una década para volver a ver una película que retratara de manera tan verídica el laberinto interior de la esquizofrenia. No, desde luego que no estamos hablando de A beautiful mind, nos referimos a Spider, de David Cronenberg.
Después de Clean, Shaven, Kerrigan realizó Claire Dolan, antes de enfrascarse en la realización de In God Hands, su catástrofe personal: los negativos del filme fueron dañados en el proceso de laboratorio y la película nunca se pudo terminar.
Afortunadamente, la producción estaba asegurada. Kerrigan tomó el dinero del seguro y, con un equipo técnico mínimo y básicamente un sólo actor, filmó en las calles de Nueva York durante ocho semanas, la película por la que está recibiendo toda clase de elogios: Keane.
Producida por Steven Soderbergh, Keane relata la jornada alucinante de un perturbado mental en busca de su hija raptada —niña que puede o no existir. Como en el caso de Clean, Shaven otra vez el actor principal, Damián Lewis, es el responsable de buena parte del éxito crítico del filme.
Keane se ha estrenado este fin de semana en los Estados Unidos.